jueves, 18 de diciembre de 2008

jueves, 11 de diciembre de 2008

Cambios y Escuela


El cambio no es un factor nuevo. Resulta una certeza que sólo el cambio permanece. El como se realicen es la novedad en los tiempos actuales, ya sea el ritmo, la explosión y la poco o nula posibilidad que existe para adaptarse a ellos, es lo que hoy nos lleva a realizar diversos análisis, sean estos optimistas o pesimistas.

La sociedad actual presenta nuevos e inquietantes desafíos a la tarea educativa de la Escuela.

Un primer desafío podría estar en los límites entre la socialización primaria que se lleva a cabo en la familia y la socialización secundaria que tiene lugar en la escuela.

La incorporación de la mujer al trabajo remunerado y a la vida pública ha provocado el ingreso muy temprano de los niños y niñas en la institución escolar. Ello significa que la escuela tiene que cumplir funciones claras de cuidado y atención al desarrollo físico, afectivo y moral tanto como de clásico desarrollo intelectual.

Como fenómeno complementario, la omnipresencia seductora de los medios de comunicación de masas en la vida familiar provoca que en el escenario primario de la familia, el niño/a pueda acceder con toda facilidad a importantes bases de datos, que antes estaban reservadas a la institución escolar. Es evidente que en el mundo contemporáneo, la información y la formación o deformación intelectual desbordan el escenario de la escuela desde la más temprana edad.

Un segundo desafío es la tendencia a la sustitución del concepto de ciudadanía por el concepto de clientela, característico de la economía neoliberal en la que nos hallamos inmersos.

La sustitución del concepto de ciudadanía por el concepto de clientela socava uno de los pilares básicos de las sociedades democráticas: la igualdad básica de todos los seres humanos como portadores/as de deberes y derechos, y que ha sido el fundamento ético y político de la educación publica, obligatoria y gratuita. A cambio se ofrece un ilusorio y patético paraíso de libertad de elección que realmente sólo puede elegir el sector económicamente pudiente o burguesa de la población humana, y que instala desde la más tierna infancia la discriminación de los seres humanos en función del poder adquisitivo, la competitividad y enfrentamiento , el reconocimiento o conciencia de clase como una necesidad imperiosa de convivencia humana actual.

Un tercer desafío, la riqueza inestimable e invasiva de los medios y recursos de información con los que el niño y la niña se ponen en contacto desde épocas bien tempranas de su desarrollo, así como el abrumador poder de socialización que han adquirido los medios de comunicación de masas. Esta riqueza y diversidad de ofertas y planteamientos culturales que caracteriza a la sociedad postmoderna, lleva a muchos de nuestros niños a estados de enajenación de la realidad, con información que busca mantener el control del grupo de poder, y el status quo imperante.

¿Frente a esto que hace la escuela, como elemento trasnformador de la realidad?

A pesar de la retórica democrática, no todas las personas se presentan al intercambio escolar en las mismas condiciones. Por el contrario, la desigualdad en los procesos de socialización sigue siendo un problema clave en las sociedades formalmente democráticas, regidas por la ley del libre mercado.

Es ingenuo pretender que la Escuela consiga la superación de tales desigualdades económicas y culturales, pero sí puede y debe ofrecer la posibilidad de compensar en parte los efectos de tan escandalosa discriminación en el desarrollo individual de los grupos más marginados, proporcionando elementos criticos, con los cuales puedan analizar su propia realidad y en base a ello levantarse en busca de la igualdad.

Si la escuela pretende ejercer una función educativa y transformadora de la realidad no será simplemente por el cumplimiento más perfecto y complejo de los procesos de socialización, sino por su intención sustantiva de ofrecer a las futuras generaciones la posibilidad de cuestionar su realidad local de manera critica, fomentando en el alumnado la conciencia de realidad modificable, de reconocer y elaborar alternativas de toma decisiones autónomas.

Para finalizar, me quiero referir someramente el contradictorio papel que distintas políticas educativas han asignado a la escuela. la educación que se entrega mantiene las diferencias de clases, enmascarar los mecanismos ideológicos en la reproducción de las condiciones de mantenimiento del orden social, legitimando al establecido”, no se fomenta una educación para y por la liberación del sujeto.


viernes, 5 de diciembre de 2008

diversidad personal, aprendizaje y convivencia


Partiendo de que en la escuela confluyen personas de todo tipo y que todos y todas las que convivimos en ella somos diferentes, la diversidad de tipo personal es lo natural, lo uniforme no existe. Esta diversidad se traduce en diferentes intereses y expectativas, de afectividad, de autonomía personal, de características intelectuales, y con ello diferentes ritmos de aprendizaje.

El aprendizaje se da no sólo por estas características personales que lo hacen posible, sino también por el resultado de la interacción social y los estímulos afectivos y culturales del entorno educativo.

Desde una perspectiva individual, la diversidad se identifica sólo con niveles de capacidad y se tiende a homogeneizar a partir de unos referentes curriculares. Se considera la diversidad sólo la manifestada por el alumnado al que le cuesta aprender. Es por ello que se valora que debe tener una atención especializada diferente al resto.

Desde otra perspectiva, se parte de la idea de que la diversidad es la expresión de la normalidad y de múltiples factores, no sólo cognitivos, sino motivacionales, socio-económicos, de estilos de aprendizaje... y que por lo tanto la diversidad es algo natural en la clase. El trabajo entre alumnado diferente favorece un entorno enriquecedor por lo que supone de posibilidad de encuentro y resolución de conflictos cognitivos y afectivos entre el grupo e impulsa el desarrollo de estrategias didácticas y maneras de organizar el trabajo en el aula que faciliten el aprendizaje de todos y todas.

Están proliferando medidas extraordinarias de atención a la diversidad, que suponen, en muchos casos, un enfoque segregador, que fomenta las desigualdades, de forma que se plantean en muchos centros como la única alternativa posible, sin haber mantenido un proceso de reflexión en el claustro y haber agotado medidas ordinarias curriculares, metodológicas y organizativas. Ciertas experiencias de agrupamientos e itinerarios paralelos no han sido muy respetuosas con el tratamiento a la diversidad en nombre del cual se aplicaban.

Las actuaciones únicamente basadas en compensar carencias tienen sus límites. Hay que exigir mayores dotaciones, pero desarrollando los entornos donde se valoren las potencialidades personales, en un clima que favorezca la autoestima, las relaciones personales y la participación; donde no se rebajen expectativas ni se aplique el mismo listón para todas las personas.

En la medida en que desarrollemos caminos para que las potencialidades del alumnado encuentren un lugar en la escuela donde desarrollarse plenamente y consideremos la comunicación y el diálogo como bases del aprendizaje, estaremos favoreciendo entornos de convivencia positiva.

Los centros y las aulas ¿están preparados para dar respuesta a ello?